Unos cuantos billetes en la calle calman la ansiedad de los venezolanos
Las manos de un trabajadores de un banco fueron registradas este lunes al exponer ejemplares de los nuevos billetes del cono monetario, en Caracas (Venezuela). (EFE)

Unos cuantos billetes en la calle calman la ansiedad de los venezolanos

Los billetes de la nueva familia monetaria de Venezuela comenzaron a circular tímidamente por las calles del país petrolero para mitigar la ansiedad de los venezolanos tras más de un mes de espera, y para hacer frente a un inflación de la que solo se saben altísimas estimaciones extraoficiales.

La llegada puso fin a varias semanas de escepticismo entre los venezolanos que desde el pasado 15 de diciembre esperaban la llegada de la moneda prometida por el presidente Nicolás Maduro en medio de la escasez de billetes, y al mismo tiempo desplaza a una familia de billetes que tenía apenas ocho años circulando.

Ante esto, Maduro señaló que la entrada en circulación de estas nuevas piezas ha sido positiva, y destacó que el proceso de incorporación de los nuevos papeles será «progresivo».

Los nuevos billetes de 20.000, 10.000, 5.000, 2.000, 1.000, y 500 bolívares harán frente a una devaluación de la moneda local fuertemente golpeada por una inflación que, en ausencia de cifras oficiales, algunos economistas estiman entre el 10.000 y 16.000 por ciento desde que el antiguo cono monetario fue puesto en marcha en 2008, y solo del 700 por ciento durante el último año.

Es decir que lo que un venezolano podía adquirir con 100 bolívares en enero de 2008, podía costarle a finales del último año más de 2.000, y mucho más en 2016 con la profundización de la crisis económica y una inflación disparada.

El nuevo billete de 20.000, equivale a unos 30 dólares a la tasa de cambio oficial más alta -estimado hoy en unos 650 bolívares por dólar-, y unos 2.000 dólares a la más baja, solo disponible para la compra de alimentos básicos y medicinas.

Los pocos billetes vistos fueron de 500, 5.000 y 20.000 bolívares y solo han sido distribuidos a través de las taquillas de los bancos, mientras que los cajeros electrónicos aún deberán esperar un poco más para su adecuación, según indicó la misma fuente.

El Gobierno venezolano ha recibido en las últimas semanas 67.400.000 billetes del nuevo cono monetario, casi todos de 500 bolívares, una cantidad que es insuficiente según dijo a Efe un representante de la banca que, en consecuencia, previó una distribución «simbólica» al menos en la primera semana.

Tony García cobró 10.000 bolívares, en dos billetes de 5.000, el mismo monto por el que antes habría tenido que recibir al menos 100 billetes de cien bolívares -que era hasta ayer la mayor denominación que existía en el país-, una cantidad de dinero que a él solo le sirven para pagar los gastos de transporte público de una semana de trabajo.

Luis Crespo, profesor universitario de la Universidad Central de Venezuela, llama la atención sobre el hecho de que la nueva familia de billetes entre en circulación para poner fin a una que fue creada hace apenas ocho años cuando, en 2008, el fallecido presidente Hugo Chávez quitó de un plumazo tres ceros a la moneda nacional.

Esto da luces de que los nuevos billetes «han nacido en un contexto de hiperinflación», señaló el experto en moneda.

El economista prevé que «si no se resuelve el problema de la inflación, y sus causales, pudiéramos estar hablando de que en julio a mediados de año el gobierno se vería en la necesidad de imprimir el billete de 50.000 bolívares».

Un gesto de la inflación venezolana pesa ya sobre el recién nacido billete de 20.000 bolívares, que hace poco más de un mes, cuando fue anunciado, representaba casi el total del salario mínimo venezolano, y hoy menos de la mitad.

Además, aún late en el país la incertidumbre sobre la vida del billete de 100 bolívares que fue sacado de circulación en el país a mediados de diciembre, y luego vuelto a poner en circulación por periodos de tiempo que se han ido extendiendo de a poco.

«A mi me iban a dar de esos billetes (nuevos), pero yo les dije que no, que mejor no», dijo a Efe una anciana que viajó hoy inútilmente hasta el banco, y aún es temerosa de la firmeza de las decisiones que respecta a los billetes, por lo que prefiere no retirar su dinero hasta que «sea seguro».

«Yo no sé todavía como es el maní con esa plata, tengo que esperar que sigan corriendo los días a ver como va a ser eso», añadió.


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