La Unión Europea (UE) y el Consejo de Europa urgieron este lunes a todos los países europeos, con motivo del Día Mundial contra la Pena de Muerte, a ratificar los protocolos de la Convención Europea de Derechos Humanos, que tiene por objetivo la abolición de la pena capital.
En un comunicado conjunto reafirmaron su «fuerte e inequívoca» oposición a la pena capital en cualquier circunstancia.
«La pena de muerte es incompatible con la dignidad humana», señala la nota, que apunta que esta medida no tiene ningún efecto disuasorio y que convierte posibles errores judiciales en irreversibles.
La UE y el Consejo de Europa lamentaron, por otra parte, que Bielorrusia aplique todavía esta condena y urgieron a las autoridades de ese país «a conmutar las condenas a muerte vigentes y establecer sin dilación una moratoria oficial de las ejecuciones».
Precisaron que es un paso inicial hacia la abolición total de esta práctica y que supondría el acercamiento de Bielorrusia a los estándares legales europeos.
Recordaron que la abolición de la pena de muerte fue un «logro fundamental» en Europa y celebraron la tendencia mundial hacia la derogación de esa condena.
«Hoy, más de dos tercios de los países han abolido la pena de muerte» señala el comunicado, que lamenta no obstante que el número de ejecuciones se haya incrementado en algunos de los países que mantienen este tipo de condena.
Tanto la Unión como el Consejo de Europa se mostraron particularmente preocupados por la ejecución de menores y la pena capital por delitos relacionados con las drogas, ambos ilegales en términos de derecho internacional.
Según el informe anual de la ONG Amnistía Internacional, al menos 1.634 personas fueron ejecutadas en aplicación de la pena capital en 2015, un dato que supone un aumento de más del 50 % con respecto al año anterior y es la cifra más alta registrada por la organización desde 1989 a pesar de no incluir datos sobre China.
Amnistía Internacional también señaló que de todas las ejecuciones registradas, el 89 % se llevaron a cabo en solo tres países: Irán, Pakistán y Arabia Saudí, mientras que Estados Unidos completa el grupo de los cinco principales «verdugos del mundo».
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