El presidente de EE.UU., Donald Trump, solicitó que el Congreso investigue las presuntas grabaciones de sus comunicaciones y determine si el Ejecutivo de su antecesor, Barack Obama, abusó de sus poderes, mientras que el ex director de inteligencia negó las acusaciones del mandatario.
«El presidente Donald J. Trump está pidiendo que, como parte de su investigación de la actividad rusa, los comités de inteligencia del Congreso apliquen su autoridad de supervisión para determinar si los poderes de investigación del brazo ejecutivo fueron abusados en 2016», señaló Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, en un comunicado.
La breve nota de Spicer se produce después del revuelo generado por Trump este sábado, cuando señaló directamente al expresidente Obama, sin ofrecer evidencias, de haber ordenado la grabación de sus conversaciones en la Torre Trump de Nueva York antes de las elecciones de noviembre pasado.
«¡Terrible! Acabo de enterarme de que Obama tenía mis líneas pinchadas en la Torre Trump antes de la victoria. No se encontró nada. Esto es ¡McCarthyismo!», dijo Trump en su cuenta de Twitter el sábado, al citar a la «caza de brujas» de ese senador ultraderechista estadounidense durante los años cincuenta.
Spicer remarcó que «las informaciones sobre investigaciones potencialmente políticamente motivadas justo antes de las elecciones de 2016 son muy preocupantes», sin aportar detalles del origen de estas.
Asimismo, subrayó que «ni la Casa Blanca ni el Presidente ofrecerán más declaraciones hasta que esa supervisión haya sido llevada a cabo».
La decisión de Trump ha sorprendido al incluir las supuestas escuchas en la investigación acerca de la injerencia de Rusia en las elecciones de noviembre pasado, en las que el republicano se impuso a la favorita, la demócrata Hillary Clinton.
La vínculos con Rusia de algunos de los más cercanos colaboradores de Trump han provocado las primeras crisis del nuevo gobierno, con la renuncia del general Michael Flynn, tras apenas 24 días como asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, y la inhibición del fiscal general Jeff Sessions de la investigación.
En ambos casos, por encuentros no desvelados con el embajador ruso en Washington, Sergéi Kislyak.
Trump, que regresa hoy a Washington tras pasar el fin de semana en su residencia privada de Mar-a-Lago en Florida, equiparó las supuestas escuchas al escándalo del Watergate que acabó con la Presidencia de Richard Nixon en 1974.
El propio Obama salió este sábado al paso de las acusaciones de Trump como «simplemente falsas» y rechazó haber ordenado «nunca» durante su doble mandato (2009-2017) escuchas a ningún ciudadano estadounidense.
En la misma línea se expresó hoy quien fue su jefe de Inteligencia Nacional (DNI), James Clapper, quien negó tajantemente que se hubieran aprobado escuchas a Trump en 2016 bajo su mandato.
«Diré que desde el aparato de seguridad nacional que coordinaba como DNI, no hubo esa actividad de escuchas al presidente electo en ese momento, como candidato, o contra su campaña», dijo Clapper en una entrevista en el programa «Meet the Press» de la NBC, que ocupó el cargo entre 2010 y 2017.
Incluso desde el propio bando republicano, el asombro ante las acusaciones sin pruebas de Trump a su predecesor es patente.
«No estoy seguro de lo que está hablando», sostuvo Marco Rubio, senador por Florida y ex aspirante a la candidatura presidencial republicana en 2016, en declaraciones a la CNN.
Por ello, Rubio indicó que «quizá el Presidente cuente con información que aún no está disponible para el público. Y si es cierto, obviamente, lo vamos a descubrir rápidamente. Y si no lo es, entonces él tendrá que explicar a qué se refería».
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