Tillerson se desmarcó de Trump y adoptó una postura más dura con Rusia
Rex Tillerson, exjefe de la petrolera ExxonMobil y postulado como secretario de Estado por el presidente electo Donald Trump, fue registrado este miércoles al asistir a su primera audiencia de confirmación a su cargo, en el Senado en Washington (EE.UU.). (EFE)

Tillerson se desmarcó de Trump y adoptó una postura más dura con Rusia

Rex Tillerson, nominado como próximo secretario de Estado de EE.UU., adoptó una postura más dura que el presidente electo Donald Trump ante Rusia, al considerar que ese país «presenta un peligro» para Washington, y se desmarcó de su posible jefe en otros aspectos de la política exterior del país.

Tillerson, conocido por sus lazos con el presidente ruso, Vladímir Putin, sorprendió durante su audiencia de confirmación en el Senado a quienes esperaban una sarta de alabanzas a Moscú, algo que seguramente no habría sentado bien a unos senadores alarmados por la presunta interferencia rusa en el proceso electoral de EE.UU.

«Aunque Rusia busca respeto y relevancia en el escenario mundial, sus recientes actividades no han respetado los intereses de Estados Unidos», dijo Tillerson al inicio de una comparecencia de más de ocho horas en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU.

El exjefe de la petrolera ExxonMobil, que de ser confirmado sería el primer titular de Exteriores de la historia moderna de EE.UU. sin experiencia previa en el sector público, afrontó duras preguntas de varios senadores preocupados por sus lazos con Putin y por los posibles conflictos de interés derivados de su cargo anterior.

Aunque Trump dijo hoy por primera vez que Rusia está detrás de los ciberataques contra el sistema electoral de Estados Unidos, Tillerson fue más allá al considerar esa interferencia «preocupante» y opinar que es una «suposición acertada» el considerar que Putin estaría detrás de ese esfuerzo de injerencia.

«Rusia debe saber que haremos cumplir nuestros compromisos y los de nuestros aliados, y que Rusia debe rendir cuentas por sus acciones», afirmó Tillerson, quien reconoció que Moscú «presenta un peligro» y que los aliados de Estados Unidos «en la OTAN tienen razón al alarmarse sobre la pujanza de Rusia».

Pero el empresario aseguró que aún no ha visto la información confidencial de las agencias de inteligencia de EE.UU. sobre los esfuerzos rusos de injerencia en las elecciones y, por tanto, indicó que aún no sabe si es necesario aumentar las sanciones a Moscú.

El candidato a secretario de Estado confió, sin embargo, en que Moscú pueda pasar de ser «un adversario siempre a ser un socio en algunas ocasiones», en que se pueda «rebajar la temperatura» para que «las cosas no se salgan de control» entre las dos potencias.

También criticó el proceso de acercamiento a Cuba bajo el Gobierno de Barack Obama, al opinar que no estuvo acompañado «por ninguna concesión significativa en cuanto a derechos humanos» por parte del Ejecutivo de Raúl Castro.

Tillerson aseguró que Trump hará una «revisión de abajo a arriba» de la relación con Cuba, incluida la decisión de Obama de retirar al país de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo que elabora el Departamento de Estado y que conlleva sanciones.

Mientras que su posición hacia Cuba encajó con la expresada hasta ahora por Trump, otras ideas articuladas por Tillerson en la audiencia chocaron con las del presidente electo, entre ellas su rechazo de las declaraciones en las que el magnate tachó a los inmigrantes mexicanos de violadores y narcotraficantes.

«Nunca caracterizaría a una población entera de gente con un solo término», subrayó el candidato a titular de Exteriores, que prometió trabajar con México en las «muchas áreas» de interés común.

Tillerson también dijo no estar de acuerdo con la sugerencia de Trump de que no sería «mala idea» si Japón y Corea del Sur consiguen armas nucleares y defendió la «no proliferación nuclear».

Además, aseguró que él no se opone al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), como sí hace Trump; expresó su compromiso con el artículo 5 de la OTAN, que contempla la reacción de todos los aliados si uno de ellos es atacado; y se mostró más abierto que el presidente electo en lo relativo al cambio climático.

«El riesgo de cambio climático sí existe y las consecuencias podrían ser lo suficientemente serias como para que sea necesario tomar medidas», apuntó Tillerson, cuyo testimonio fue interrumpido varias veces por manifestantes ecologistas que cuestionaron que el líder de una petrolera pueda dirigir la diplomacia de EE.UU.

En otros temas se ajustó a la línea marcada por Trump, como en su confrontación hacia China, a la que acusó de «no haber sido un socio fiable» para lidiar con la amenaza nuclear de Corea del Norte.

Aunque llamó a «reivindicar» la influencia en el mundo de Estados Unidos, que a su juicio es «la única superpotencia» capaz «de moldear el mundo para el bien», Tillerson dejó con dudas a varios senadores influyentes, como el republicano Marco Rubio y los demócratas Ben Cardin y Chuck Schumer.

Una de las mayores dudas la generó su reticencia a condenar la campaña contra las drogas del presidente filipino, Rodrigo Duterte, cuyas fuerzas de seguridad han ejecutado a 6.100 personas, ante lo que Tillerson se limitó a indicar que no se fía de la información de la prensa y que necesita recibir más información al respecto.

«No es lo mismo mirar (el mundo) desde la suite ejecutiva de Exxon que desde el séptimo piso del Departamento de Estado», indicó Cardin al resumir sus preocupaciones sobre Tillerson.


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