Tailandia exportará insectos para consumo humano a la UE
El chef camboyano Seiha Soeun, de Bugs Cafe, prepara una pasta enriquecida con harina de grillo en Bangkok. (EFE)

Tailandia exportará insectos para consumo humano a la UE

Las empresas tailandesas se preparan para exportar insectos de consumo humano a la Unión Europea (UE), que esta semana organizó una conferencia en Bangkok para explicar la nueva regulación sobre este tipo de alimentos.

Tailandia, uno de los mayores consumidores de insectos en el mundo, cuenta con unas 20.000 granjas de estos invertebrados, que también se venden procesados como las bolsas de grillos fritos o en forma de harina.

Una nueva regulación europea facilitará la venta de insectos para el consumo humano a partir de 2018, aunque países como Bélgica, Holanda y Dinamarca ya han legalizado por su cuenta la venta de este tipo de alimentos.

Según legislación europea, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) evaluará cada «alimento nuevo», que incluye a los insectos, antes de que la UE apruebe su comercialización, un proceso que durará meses.

Algunos de los productos tailandeses que podrían llegar a las estanterías de los supermercados europeos son la pasta de Bugsolutely (con 20% de harina de grillo) o las bolsas de gusanos de seda fritos Hi-So, que ya se consumen en Tailandia, Birmania (Myanmar), Camboya o Laos.

«A partir de enero de 2018, la regulación sobre alimentos nuevos de la UE estará en vigencia. Esperamos que algunos insectos podrán llegar al mercado (europeo) ese mismo año», explica a Efe Massimo Reverberi, cofundador de Bugsolutely, con sede en Bangkok.

«Insectos como los grillos será fácil (que obtengan la regulación) porque se consumen en muchos países desde hace muchos años, otros como los escorpiones será más difícil», explica.

Reverberi señala que, en su opinión, Asia lidera el mercado de producción de insectos para el consumo humano, aunque también hay iniciativas emergentes en países como México o Brasil.

La falta de regulación específica en la UE no significa que no se consuman antrópodos, ya que en algunos países aplican su propia legislación y en otros casos algunos restaurantes se aprovechan del vacío legal.

Hace unos años, el mercado de la Boquería en Barcelona y el restaurante La Passion Cafe en Valladolid vendían insectos como gusanos, hormigas y hasta escorpiones.

Noma, con dos estrellas Michelin y elegido mejor restaurante del mundo durante varios años por la revista «Restaurant», incluye insectos en su menú, como el postre de leche de oveja con pasta de hormigas, según se puede consultar en su página web.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lleva años recomendando el consumo de invertebrados como los grillos o saltamontes, debido a su alto contenido en proteínas, vitaminas y minerales.

Los expertos incluso consideran los artrópodos como la solución más sostenible para alimentar a los 9.000 millones de personas que poblarán el mundo en 2050.

Actualmente, unos 112 países de Asia, Europa, África, América y Oceanía practican la «entomofagia» o consumo de insectos, entre una variedad de 1.500 especies, según la FAO.

El precio de los insectos continúa siendo caro comparado con la carne de otros animales como el pollo, aunque esto podría revertirse con una producción a gran escala.

Otra barrera para la comercialización en Europa son los prejuicios contra el consumo de saltamontes, escarabajos o escorpiones debido a su apariencia, algo que también puede cambiar.

El pasado martes, el hotel Dusit Thani de Bangkok acogió un seminario-degustación sobre insectos en el que se presentaron platos como hojaldre mediterráneo con hormigas, pasta de grillo con salsa de chinche de agua o perlas de tapioca rellenas de gusanos de seda.

Estas recetas, elaboradas por el restaurante camboyano Bugs Cafe y la escuela culinaria tailandesa Le Cordon Bleu, buscaban reivindicar el insecto como un ingrediente apto incluso para la alta cocina.

El insecto «es como cualquier otro ingrediente y se puede cocinar de cualquier forma, y eso es lo que hacemos nosotros», dijo a Efe Davy Blouzard, cofundador de Bugs Cafe en Siem Riap, en el noroeste de Camboya.


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