El Senado brasileño escuchó por última vez este martes los argumentos de la defensa y la acusación en el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff y ahora se apresta a dictar la sentencia definitiva, prevista para este miércoles.
En sus últimas intervenciones, la parte acusadora y la defensa no aportaron nada nuevo; reiteraron alegatos esgrimidos a lo largo del proceso y tampoco parecieron convencer a unos senadores que, en su mayoría, dicen tener ya una opinión formada y, según sondeos que ha publicado la prensa local, decididamente favorable a la destitución de la mandataria.
Tomó primero la palabra la abogada de la acusación, Janaina Paschoal, quien consideró «probados» todos los cargos contra la mandataria y exigió al Senado su destitución.
«El fraude está comprobado» y «los senadores no pueden votar al margen de esa realidad», declaró Paschoal, quien dijo apoyarse en declaraciones de los testigos escuchados, las «voluminosas pruebas» presentadas por la acusación y los propios balances del Estado, en los que sostuvo que se reflejan «todas» las irregularidades.
La presidenta, suspendida de sus funciones desde que se instauró el proceso, el pasado 12 de mayo, responde por la emisión de tres decretos que alteraron los presupuestos sin la venia del Congreso y atrasos en depósitos en la banca pública que generaron costosos intereses y se configuraron como créditos, según la acusación.
Paschoal también respondió con vehemencia a la tesis del «golpe» esgrimida por Rousseff y su defensa para descalificar al proceso.
«Nada ha sido hecho fuera de la legalidad. Es un proceso que es del pueblo, de cada uno de los brasileños que se manifestó» en las calles contra Rousseff, indicó en alusión a las multitudinarias protestas que ocurrieron durante el año pasado, en las que llegaron a participar casi cuatro millones de personas.
El abogado defensor, José Eduardo Cardozo, insistió sin embargo en que se habrá «consumado un golpe» si Rousseff fuera condenada y culpó de esa «conspiración» a «una élite política y económica».
En un encendido discurso, Cardozo sostuvo que las acusaciones «son tan técnicas, tan sofisticadas y tan confusas, que la enorme mayoría de los brasileños no entiende de qué la acusan».
Según el abogado, «fue acusada» porque fue reelegida en 2014 «afrontando los intereses de aquellos poderosos que querían cambiar el rumbo de Brasil» y porque «facilitó las investigaciones sobre corrupción».
Cardozo sostuvo que los «derrotados de 2014 se confabularon» con los sectores económicos y entonces «decidieron destituir» a «una mujer incómoda» construyendo «la tesis de una irregularidades que no son, que no existen y que no han sido probadas».
El abogado concluyó con emoción su alegato y dijo: «Pido a Dios que si ella fuera condenada, un día un ministro de Justicia le pida disculpas. A ella, si estuviera viva, o a sus nietos, si ya hubiera fallecido. Pero que sea, para que la Historia honre a esta mujer».
Palabras similares expresó después ante los periodistas, en los que reiteró, pero sollozando, que «la Historia deberá pedir perdón».
Tras las últimas exposiciones de la defensa y la acusación, le tocó el turno a los 81 senadores, que podrá tomar la palabra durante 10 minutos, por lo que si todos decidieran intervenir y se cumplen los tiempos, esa etapa consumirá unas 14 horas y sólo concluirá entrada la madrugada de este miércoles.
Según estableció el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, quien dirige la sesión como garante constitucional del proceso, habrá entonces un receso hasta mañana, cuando será dictada sentencia.
En esa última audiencia, dos senadores inclinados a condenar a Rousseff y otros dos que se opongan a su destitución tendrán cada uno cinco minutos para exponer sus alegatos y finalmente se procederá a la votación, por medio de un sistema electrónico.
Para que Rousseff sea desalojada de la Presidencia será necesario que así lo decida una mayoría calificada de 54 votos, que equivalen a dos tercios de los escaños.
El resultado se conocerá de inmediato y, una vez proclamado por el presidente del Supremo, Rousseff estará fuera del poder o, por el contrario, si fuera absuelta, recuperaría el cargo y relegaría otra vez a la vicepresidencia al hoy presidente interino, Michel Temer.
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