El complejo industrial intercoreano de Kaesong cumplió este viernes un año cerrado por decisión del Gobierno de Seúl como castigo por las pruebas armamentísticas del régimen de Kim Jong-un en un ambiente marcado por el estancamiento del diálogo en la península.
El propio Gobierno de Corea del Sur defendió que la decisión de cerrar el polígono -basada en la teoría de que los ingresos generados ahí se empleaban para financiar los programas armamentísticos de Pyongyang- ha perjudicado al desarrollo militar del régimen Juché.
«Podemos dar por hecho que el cierre del parque industrial ha supuesto una carga importante para el desarrollo de misiles y armas nucleares norcoreano», dijo en rueda de prensa Jeong Joon-hee, portavoz del Ministerio surcoreano de Unificación.
Jeong añadió, en declaraciones recogidas por la agencia Yonhap, que la clausura ha supuesto cortar un flujo de 100 millones de dólares al año para el régimen de Pyongyang.
El Gobierno de Seúl tomó el 10 de febrero de 2016 la decisión de cerrar el polígono que operaban conjuntamente los dos países como castigo por la prueba nuclear que realizó tres días antes y el lanzamiento de un cohete espacial -considerado un ensayo encubierto de misiles de largo alcance- de ese mismo enero.
Inaugurado en plena fase de acercamiento entre los dos países en 2004 y situado en territorio norcoreano junto a la frontera con el Sur, Kaesong ha sido una importante fuente de divisas para el empobrecido y hermético Estado asiático.
El polígono, el único proyecto intercoreano que aún funcionaba hasta el año pasado, albergaba a 124 empresas del Sur que empleaban a unos 54.000 norcoreanos, considerados mano de obra mucho más competitiva que la surcoreana.
No obstante, la posibilidad de reabrirlo se ha vuelto ha debatir públicamente ante la posibilidad de que el Gobierno surcoreano cambie de manos en las elecciones previstas para este año.
Especialmente después de que el candidato favorito a convertirse en nuevo presidente, Moon Jae-in, haya apuntado a que su reapertura serviría como un gesto «necesario» de acercamiento con el Norte.
No obstante, el actual Gobierno ha criticado dicha posibilidad por considerar que podría vulnerar los dos últimos paquetes de sanciones internacionales aprobados por la ONU contra Pyongyang por sus pruebas armamentísticas de 2016.
Las dos Coreas permanecen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se cerró con un alto el fuego en vez un tratado de paz.
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