La dimisión del presidente Pedro Pablo Kuczynski cayó en Perú con una mezcla de indiferencia y resignación, con una ciudadanía que daba por hecho el fin del gobierno hastiada por el hedor de la corrupción que afecta a toda la política del país, ya sea presidente, Congreso o partidos políticos.
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Una tranquilidad absoluta reinó en las calles de la capital, en donde todo transcurrió como es habitual, y solo en los medios de comunicación, entre las elites empresariales y en las redes sociales se hicieron notar la incertidumbre y los amplios cuestionamientos al sistema político peruano que abrió la dimisión del mandatario.
El sentimiento mayoritario entre todos fue la sensación de que el fin de Kuczynski era evidente, con una Presidencia que no se podría sostener tras el escándalo causado por la difusión de los vídeos que recogían los intentos de sus aliados para comprar votos de diputados para evitar así el proceso de destitución al que se hubiera tenido que someter el día de hoy.
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En términos generales, también se coincidió en señalar la evidente vinculación con la corrupción del mandatario así como la de sus rivales que provocaron su dimisión, particularmente entre el bloque fujimorista liderado por Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori.
Fuente: Unión Radio
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