El presidente de EEUU, Barack Obama, dará este martes su último discurso sobre seguridad nacional, en el que hará balance sobre su estrategia militar y de lucha contra el terrorismo, al tiempo que defenderá sus medidas para debilitar a Al Qaeda y hacer frente al Estado Islámico (EI).
El mandatario viajará a Tampa (Florida) para visitar la sede del Mando Central de EEUU (Centcom), encargado de las operaciones estadounidenses en Oriente Medio y Afganistán.
Allí, Obama dará «su último gran discurso sobre seguridad nacional», según explicó el asesor adjunto de seguridad nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, en una conferencia de prensa telefónica.
«Hará un resumen de los avances que se han hecho, que han permitido pasar de 180.000 soldados desplegados en Irak y Afganistán cuando él llegó al poder a los aproximadamente 15.000 que hay hoy», añadió Rhodes.
A su llegada a la Casa Blanca en enero de 2009, Obama decidió «revisar el enfoque de las guerras en Irak y Afganistán» tomado por su predecesor, George W. Bush, por considerar «que ese nivel de despliegue de tropas era insostenible».
Obama optó por una retirada progresiva en Irak que culminó en 2011, mientras que en Afganistán ordenó un rápido aumento de tropas hasta para finalizar el conflicto más largo de la historia estadounidense, que cerró formalmente en 2014, pero donde ha tenido que retrasar durante todo su mandato la retirada completa.
Su estrategia ha sido «más sostenible», según Rhodes, porque se ha hecho con «un número limitado de tropas sobre el terreno» y apoyándose en la información de inteligencia, los ataques con aviones no tripulados y alianzas locales.
Obama repasará «los avances en la misión de desmantelar a Al Qaeda», que culminó con la muerte de su líder Osama Bin Laden en 2011, y «las formas en las que la amenaza (terrorista) ha evolucionado», con el EI como principal objetivo actual.
El presidente citará «avances» en la lucha contra el EI, como la reconquista de «casi la mitad del territorio que ellos controlaban en 2014» o las ofensivas en Mosul (Irak) y Raqa (Siria).
También destacará, según el asesor, la importancia de «no exagerar las dimensiones de la amenaza (terrorista) de tal forma que nos pueda llevar a tomar malas decisiones» y de «adherirse a los estándares legales y respetar los valores de EEUU» como «nación de leyes».
Ese último punto parece un mensaje directo a Trump, que durante su campaña presidencial abogó por restaurar la tortura a los sospechosos de terrorismo y someterles al ahogamiento simulado («waterboarding»), y cuestionó el hecho de que EEUU «trabaje con leyes» en esos temas cuando los terroristas no lo hacen.
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