Nicaragua finaliza 2018 inmersa en su peor crisis social, política y económica desde que el sandinista Daniel Ortega retornó al poder en enero de 2007, como consecuencia de protestas callejeras que han dejado un saldo de entre 325 y 545 muertos, según organismos de derechos humanos.
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La crisis, que estalló el 18 de abril por unas impopulares reformas al seguro social, ya derogadas, marcó el acontecer de 2018 en Nicaragua, en medio de exigencias de renuncia del mandatario tras casi 12 años en el poder de forma consecutiva y 23 incluyendo cuando encabezó el primer régimen sandinista (1979-1990).
La mala hora para Ortega ocurre cuando gobierna junto a su esposa, la influyente vicepresidenta Rosario Murillo, a quien acusan de haber ordenado responder “con todo” a las manifestaciones antigubernamentales.
La fallida reforma al seguro social, sumada a la reacción del Gobierno, fue el detonante que llevó a la población a rebelarse contra la Administración y desatar una ira hasta ese momento contenida de los ciudadanos.
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La masiva y decidida reacción popular obligó a Ortega a derogar, tan solo cuatro días después y con el peso de 30 muertos en las protestas, el decreto que contemplaba las frustradas modificaciones, aunque la decisión llegaba demasiado tarde.
Fuente: El Carabobeño
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