La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladímir Putin, resucitaron este jueves el «formato de Normandía» en una cumbre mantenida en Berlín con el líder francés, François Hollande, y el ucraniano, Petró Poroshenko, de la que salió un proyecto de nueva hoja de ruta para el conflicto de Ucrania.
«El día de hoy no ha traído ningún milagro, pero hemos abordado un plan de trabajo amplio», indicó la canciller en una comparecencia conjunta con Hollande, tras las casi cinco horas de conversaciones centradas en la situación en el este de Ucrania.
Era la primera cita en un año de los cuatro líderes del denominado «formato de Normandía», a la que debe seguir en el próximo mes una reunión a escala de sus ministros de Exteriores para concretar ante de finales de noviembre dicha hoja de ruta.
Se trata, destacaron Merkel y Hollande, de lograr de una vez un alto el fuego duradero, según los términos establecidos en los acuerdos de Minsk adoptados por los cuatro en febrero de 2015.
También de crear una situación de «seguridad» en las fronteras que garantice la celebración de los comicios municipales en la provincia de Donbás, en lo que debe entrar, de acuerdo a ese plan, el despliegue de una policía armada.
Así como la mencionada hoja de ruta debe surgir de las conversaciones de los titulares de Exteriores, la misión de esta policía se diseñará en coordinación con la Organización para la Cooperación y Seguridad Europea (OSCE).
Merkel y Hollande detallaron ante los medios las conclusiones de la reunión al terminar la segunda parte de la cumbre celebrada en Berlín, que estuvo centrada en la guerra de Siria y en la que ya no participó Poroshenko.
El presidente ucraniano había explicado ya anteriormente ante medios rusos y de su país los principales acuerdos logrados, que sintetizó en esa hoja de ruta y la misión policial.
Poroshenko insistió en la necesidad de la retirada de tropas extranjeras y aseguró que «no hay alternativas al formato de Normandía», término éste que también utilizaron Merkel y Hollande.
Poroshenko reiteró además su exigencia de la liberación de prisioneros, uno de los puntos clave de los acuerdos de Minsk en referencia a la situación de los ucranianos en poder de las separatistas prorrusos de las regiones de Donetsk y Lugansk.
La canciller había sido prudente de antemano, el día anterior, al advertir de que no cabía esperar milagros y en ello se ratificó una vez terminadas las sesiones.
El mero hecho de que la cumbre tuviera lugar, en un momento de máxima tensión entre Putin y los aliados occidentales con respecto a Siria, era de por sí un éxito diplomático.
El presidente ruso no había estado en Alemania desde el estallido del conflicto ucraniano y Merkel ha venido insistiendo desde entonces en la condena a la vulneración de la integridad territorial que fue la anexión de Crimea y la legitimidad de las sanciones impuestas por la UE.
La reunión sirvió, cuando menos, para relanzar el «formato de Normandía», término que remite al primer encuentro entre los cuatro líderes en junio de 2014 tras la anexión de Crimea, coincidiendo con el aniversario del desembarco de los aliados en la costa francesa durante la II Guerra Mundial.
Seis meses después, Merkel, Hollande, Poroshenko y Putin lograron fijar en Minsk los términos de un alto el fuego para desactivar el conflicto, pero pese a sucesivas rondas negociadoras a distintos niveles no se ha cumplido.
La anterior cumbre -en octubre de 2015, en París- tampoco produjo mayores avances, a lo que siguió el pasado mayo una conversación telefónica entre los cuatro líderes, centrada en la preparación de los comicios municipales en Donbás.
Según Kiev, en lo que va de año unos 180 soldados ucranianos han muerto en el conflicto, en el que de acuerdo a esas estimaciones participan de lado de los secesionistas 6.000 militares rusos.
Cerca de 10.000 personas, entre civiles y combatientes, han muerto en el este de Ucrania desde el estallido de las acciones armadas a mediados de 2014, según la ONU.
La cumbre en Berlín se convocó formalmente por parte alemana este martes, después de que se dudara de su celebración al anular Putin in extremis un viaje a París la semana pasada, ante la advertencia de Hollande de que solo le recibiría para abordar la situación en Siria.
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