Malasia pidió tiempo para aclarar muerte del hermano de Kim Jong-un
Fotografía sin fechar que muestra a Kim Jong-nam, el hermano mayor del líder norcoreano Kim Jong-un, que fue asesinado el lunes en Malasia, según han revelado fuentes gubernamentales a la agencia surcoreana Yonhap. (EFE)

Malasia pidió tiempo para aclarar muerte del hermano de Kim Jong-un

La policía malasia que investiga la muerte en Kuala Lumpur de Kim Jong-nam, el hermano mayor del líder norcoreano, Kim Jong-un, dijo este viernes que necesita tiempo para aclarar si fue un asesinato porque es un caso «complicado».

El director de policía Mohamad Fuzi Harun advirtió a los periodistas de que todavía es muy pronto para concluir que espías norcoreanos planearon la muerte de Kim, sin dar más datos sobre la investigación y sobre los tres detenidos hasta ahora: un malasio y dos mujeres, que supuestamente envenenaron a la víctima.

El subdirector de la Policía, Noor Rashid Ibrahim, aseguró que esperan más detenciones, pero tampoco ofreció más información, aunque los medios locales creen que están buscando a cuatro hombres que estaban con las mujeres en el lugar del crimen.

El cadáver de Kim Jong-nam continúa en el hospital general de Kuala Lumpur a la espera de que se efectúe la prueba de ADN antes de poder entregarlo a su familia, indicaron fuentes policiales al canal de televisión Channel News Asia.

La identidad del muerto está confirmada por las huellas digitales, pese a que entró en el país procedente de Macao con el nombre de Kim Chol, el mismo que usaba en una cuenta de Facebook.

Las dos mujeres detenidas han declarado a la policía por separado que creían que se trataba de una broma, que no sabían que el líquido con el que rociaron al norcoreano el lunes 13 contenía un veneno letal, según filtraciones de los interrogatorios a los medios que las autoridades no han confirmado ni desmentido.

La vietnamita Doan Thi Huong, de 29 años, natural de Nam Dinh, según su pasaporte, y detenida el miércoles, indicó que cuatro hombres la abordaron para gastar una broma.

La indonesia Aishah, de 25, separada y madre de un hijo, explicó, por su parte, que fue contratada para embromar a alguien y le pagaron cien dólares, los mismos que la policía halló, junto con unas gafas Ray Ban, un bolso y ropa de marca, en la habitación del hotel donde practicó la detención en la madrugada del jueves.

En algunas grabaciones de las cámaras de seguridad del aeropuerto internacional de Kuala Lumpur ambas mujeres aparecen solas, mientras que en otras se las ve en compañía de cuatro hombres, los que supuestamente están siendo buscados por la policía.

En la terminal de salidas internacionales, la vietnamita y la indonesia se acercaron a Kim Jong-nam, que partía para Macao, y le envenenaron mientras una le distraía.

La víctima, que todavía no había pasado los controles de inmigración de la cuarta planta, pidió ayuda al personal del aeropuerto, dijo que se sentía mal y le trasladaron al botiquín de la tercera planta.

Algunos medios dicen que las últimas palabras que pronunció fueron: «Me duele mucho. Me han rociado con un líquido».

Quien le atendió en el aeropuerto vio que su estado era grave, que superaba los medios del dispensario y le envió a un hospital de Putrajaya, al que no llegó porque murió en el camino.

El malasio detenido el jueves es, al parecer, el novio de la indonesia, una mujer que, según algunos medios, llegó a Malasia en 2013 con su marido y ahora trabajaba en locales nocturnos.

Sobre la víctima, un surcoreano dueño de un restaurante en Kuala Lumpur la presentaba en los medios locales como un playboy juerguista, acostumbrado a hoteles de cinco estrellas y que frecuentaba su establecimiento siempre escoltado por guardaespaldas y unas veces acompañado por su esposa y otras por una amante singapurense.

Cuando Kim Jong-nam murió se encontraba solo y había comprado un billete de una aerolínea de bajo coste.

El periodista japonés Yoji Gomi, autor del libre «Mi padre Kim Jong-il y yo» (2012), mantuvo durante años correspondencia con el fallecido y le consideraba un intelectual, una persona educada que no creía que el poder debía ser hereditario y que la única forma que tenía Corea del Norte de salir adelante era a través de un giro de timón como el hecho por China.


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