Desde la elección de Donald Trump hasta la crisis catalana pasando por el Brexit, las acusaciones de injerencia del Kremlin en asuntos internos occidentales incrementaron en el último año los temores que suscitan los hackers, troles y medios de comunicación estatales rusos.
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Las primeras acusaciones contra Rusia aparecieron con el pirateo de los servidores del Partido Demócrata estadounidense en 2016 y se multiplicaron tras la elección de Trump, desvelando el amplio abanico de herramientas utilizadas al servicio de los intereses del Kremlin.
Los escurridizos “hackers rusos”, que libran supuestamente una guerra cibernética para los servicios secretos, fueron los primeros señalados pero rápidamente dieron paso a los reportajes televisivos, artículos en internet y anuncios virales en las redes sociales, destinados a explicar las posturas de Moscú y también a aprovechar los fallos y las divisiones de las democracias occidentales.
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En el último capítulo de esta historia cuya sombra planea sobre la presidencia de Trump, el canal de televisión público RT, acusado de difundir la propaganda del Kremlin en el exterior, cumplió en noviembre con las exigencias de Washington y se registró como “agente del extranjero” en Estados Unidos.
Fuente: El Carabobeño
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