El arquitecto colombiano Rafael Uribe Noguera fue condenado por un juzgado de Bogotá a 51 años y 10 meses de cárcel por haber secuestrado, violado y asesinado a la niña Yuliana Samboní, de siete años de edad, crimen que estremeció al país el 4 de diciembre pasado por la saña con la que se cometió.
«La pena definitiva a imponer es la de 622 meses de prisión y 100 salarios mínimos vigentes mensuales de multa», dijo la jueza en la lectura de la sentencia por los delitos de feminicidio agravado, acceso carnal violento agravado y secuestro.
Esta es la sentencia más alta que se haya dictado en el país por un caso de feminicidio.
La lectura del fallo se realizó en el complejo judicial de Paloquemao, una diligencia a puerta cerrada a la que no asistió el condenado, apresado dos días después del crimen, y recluido en la cárcel bogotana de La Picota.
La jueza 35 de Conocimiento de Bogotá detalló que su despacho impuso a Uribe Noguera una pena de «550 meses de prisión como autor responsable del delito de feminicidio agravado», castigo que «se aumenta en 48 meses en virtud del concurso heterogéneo y simultáneo con el delito de acceso carnal violento agravado y en 24 meses de prisión y cien salarios mínimos legales vigentes de multa».
«La condena a Rafael Uribe Noguera debe reflejar el repudio general que sus actos ocasionaron», dijo la jueza, quien agregó que dada la gravedad de los hechos, no hay rebaja de la pena a pesar de la aceptación de los cargos por parte del condenado.
Antes de dar a conocer la pena, la jueza hizo un descarnado relato de los vejámenes a los que Uribe Noguera sometió a la niña, hija de una familia indígena del sureño departamento del Cauca que había llegado años antes a Bogotá en busca de una mejor vida.
El arquitecto, que pertenece a una acomodada familia bogotana, aceptó el pasado 11 de enero, en la audiencia de acusación, los delitos que le fueron imputados por la Fiscalía.
El asesinato de Samboní conmocionó a Colombia por la sevicia con la que actuó el asesino, quien la raptó el domingo 4 de diciembre de 2016 en Bosque Calderón, una barriada colindante a Chapinero Alto, un barrio de clase acomodada de Bogotá.
Después la condujo a un apartamento donde la violó y estranguló, según el dictamen que fue leído por el director del Instituto de Medicina Legal, Carlos Eduardo Valdés.
El caso, uno de los más mediáticos del país, ha tenido la intervención de la Fiscalía, que siempre sostuvo que la escena del crimen fue manipulada.
A eso se sumó que el vigilante del edificio en el que se cometió el crimen, Fernando Merchán, apareció muerto días después y se llegó a especular sobre los verdaderas causas de su fallecimiento que finalmente, según los forenses, fue un suicidio.
Además del condenado, la Fiscalía vinculó al caso a Francisco y Catalina Uribe Noguera, hermanos de Rafael, a quienes acusó de ocultar y manipular pruebas en las horas que transcurrieron entre el crimen y el aviso a la policía.
Sin embargo, los acusados no aceptaron los cargos y ratificaron que son inocentes de las acusaciones que se les imputan dentro del proceso por el crimen cometido por su hermano.
El caso causó tanto rechazo que incluso el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, pidió la más «enérgica condena» para el responsable del asesinato de Yuliana.
Cuando los hermanos Uribe Noguera han asistido a las diligencias judiciales, las autoridades han tenido que desplegar operativos especiales de seguridad porque la muchedumbre que se congrega ante los juzgados amenaza lincharlos.
La condena contra el asesino de Yuliana se conoce un día después del nacimiento de su hermano, quien vino al mundo en el Hospital Universitario San José de Popayán (suroeste).
«Es un regalo de Dios en medio de esta dura situación, es volver a creer en la existencia, de tener fuerza para seguir peleando, de estar atento de lo que vaya a pasar con ese señor que mató a mi pequeña, quien debe ser condenado severamente porque el daño que nos hizo fue muy grande», dijo ayer Juvencio Samboní, padre de la niña, al diario El País de Cali.
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