El líder norcoreano, Kim Jong-un, abandonó Rusia después de su cumbre con el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, a quien arrancó el apoyo a la exigencia de Pionyang de contraprestaciones a cambio de la desnuclearización, pero sin llegar a recibir promesas concretas.
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Si Kim se esperaba alguna mención de Putin a un eventual alivio de las sanciones internacionales, habrá vuelto decepcionado a su país, porque el mandatario ruso -al menos en público- ni siquiera pronunció la palabra ni tampoco que la desnuclearización debe ser gradual, una postura que siempre ha defendido el presidente de Rusia.
En lo económico sí trató con el líder de la empobrecida Corea del Norte la construcción de gasoductos y oleoductos, y el posible tendido de una red de suministro de electricidad, pero se trata de proyectos que requieren el visto bueno de Corea del Sur.
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En lo que estaba en completa sintonía con Kim es en la necesidad de ofrecer garantías de seguridad a Pionyang a cambio del desarme, algo que, para el jefe del Kremlin, es de lo más simple y coincide plenamente con la postura del gran valedor de Corea del Norte: China.
Fuente: Unión Radio
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