Japón respira aliviado este martes tras el fuerte terremoto y el tsunami que afectaron a la misma zona del país castigada por la catástrofe que en 2011 dañó la central nuclear de Fukushima, sin que en esta ocasión haya habido daños ni incidentes destacables.
El país asiático amaneció sobresaltado por las noticias sobre un fuerte seísmo de 7,4 grados de magnitud en la escala abierta de Ritcher y una alerta de tsunami de hasta tres metros de altura.
El temblor se produjo a las 5:59 hora local con epicentro en el mar y a 25 kilómetros de profundidad muy cerca de la costa de Fukushima (noreste) y, según la Agencia Meteorológica nipona, se trató de una réplica del gran terremoto de marzo de 2011.
Las autoridades activaron al instante la alerta de evacuación en este litoral ante la posible llegada del tsunami, y todas las miradas se centraron en las plantas de Fukushima Daichi (número 1), accidentada en 2011, y en la cercana número 2, que permanece desactivada desde la catástrofe de hace más de cinco años.
Los medios nipones recogieron impactantes imágenes tomadas desde helicóptero en diferentes puntos de la costa oriental y nororiental del país, que mostraban con claridad olas de ente 30 y 140 centímetros al acercarse a la costa, romper contra el dique instalado frente a Fukushima 1 o remontar el curso de ríos.
Al punto del litoral donde se encuentra la accidentada central llegó una ola de un metro sin que resultaran afectados su funcionamiento ni su seguridad, según informó la operadora Tokyo Electric Power (TEPCO).
Fukushima 1 se encuentra inmersa en un complejo proceso de desmantelamiento que podría alargarse hasta cuatro décadas tras sufrir fusiones parciales en tres de sus reactores por el azote de un tsunami de hasta 13 metros aquel fatídico 11 de marzo de 2011.
Mientras, en Fukushima 2 el temblor causó la paralización de una bomba del sistema de refrigeración de la piscina de combustible gastado de uno de sus reactores, aunque los operarios de TEPCO lograron activar un sistema auxiliar noventa minutos después sin que se produjeran emisiones radiactivas.
«Es la primera vez desde el gran seísmo de 2011 en que se suspende el funcionamiento de uno de nuestros sistemas operativos en las centrales de Fukushima», señaló en rueda de prensa Naohiro Masuda, responsable de TEPCO para descontaminación y desmantelamiento de las centrales.
También ha sido la primera vez desde diciembre de 2012 que las autoridades niponas ponían en marcha una alerta de tsunami debido a una réplica del seísmo de 2011.
Durante las seis horas que estuvo activa la alerta, un total de 11 ciudades fueron evacuadas, la mayoría en al prefectura de Fukushima, y más de 13.000 personas llegaron a abandonar sus hogares y se cobijaron en refugios, muchos de ellos con el recuerdo aún presente de la tragedia de hace un lustro.
«Pudimos actuar con calma gracias a que habíamos vivido el gran terremoto de 2011», relató Kazunori Yoshida, un pescador de 65 años que condujo su embarcación a tierra tras oír las alarmas de tsunami mientras faenaba, en declaraciones a la agencia local Kyodo.
El seísmo tuvo una intensidad de 5 inferior sobre 7 en la escala japonesa, que se centra más en las zonas afectadas, y también pudo sentirse con fuerza en la capital.
Un total de 17 personas resultaron heridas por caídas y accidentes domésticos en las prefecturas de Fukushima, Miyagi (noreste), Tokio y Chiba (sudeste de la capital), entre ellos tres de gravedad, según datos del Departamento de Control de Desastres.
El temblor también causó la cancelación de una veintena de vuelos, el parón temporal de la línea de alta velocidad en esa región del país, el cierre de unos 300 colegios y un incendio en un complejo petrolero en la ciudad de Iwaki, que consiguió controlarse.
En las horas posteriores al terremoto se contabilizaron en la misma zona más de una veintena de temblores de al menos 4 grados, y la Agencia Meteorológica advirtió de posibles fuertes réplicas durante la próxima semana.
Japón se asienta sobre el llamado anillo de fuego, una de las zonas sísmicas más activas del mundo, y sufre terremotos con relativa frecuencia, por lo que las infraestructuras están diseñadas para aguantar los temblores.
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