El humedal de la Bahía de Panamá se enfrenta cada día al desordenado crecimiento urbanístico de la capital panameña, y la contaminación deprime el hogar de miles de especies que luchan por sobrevivir en su entorno natural.
Un imponente panorama de más de una veintena de edificios modernos bordea el filo de la bahía, expuesta a un daño irreversible que se nota a lo largo de sus extensiones de mangle negro atiborrado de objetos que el mar devuelve.
«Los humedales están sometidos a bastante presión porque hay una frontera de desarrollo urbano que se está aproximando, y también está la basura que se deposita en las raíces de los manglares», dijo a Efe el director del Centro Regional Ramsar para el hemisferio occidental (Creho), Arturo Dominici.
Aunque el humedal tuvo una etapa enferma por ciertas afectaciones causadas por plagas en algunas áreas, las variables por la acción del hombre, como los rellenos de tierra, fueron impactando y extendiéndose.
«En los inicios de la urbanización, en la capital se ubicaron barriadas en lugares como Don Bosco (este), de clase media baja, cerca de los humedales, y poco a poco se incrementó el valor de los terrenos de las costas, que por los cambios de uso de suelo se destinaron a hacer proyectos inmobiliarios y turísticos», relató.
Dominici aseguró que ante la actividad insostenible, la denominación de Humedal de Importancia Internacional (sitio Ramsar), en 2003, y la declaración de área protegida a nivel nacional, en 2015, sirvieron para hacer conciencia del verdadero propósito que tenía el humedal.
«La creación de esta área tiene un objetivo de protección por el hecho de tener humedales con especies migratorias y recursos pesqueros que le dan alimento a la ciudad panameña y dependen de los manglares», indicó.
El directivo comentó que junto al desarrollo económico que tiene el país, que lideró por años el crecimiento de América Latina, se debe sopesar el desgaste ambiental y evaluar el trabajo que realizan los actores involucrados en el manejo de recursos ambientales.
Ante el cambio que ha tenido la zona, en el barrio exclusivo de Costa del Este, construido en medio de manglares, se erigió un mirador para que los visitantes puedan observar las aves de cerca.
«Esto no se podía pensar hace 15 años, las personas veían el humedal como lodo, fango o basura, pero con los esfuerzos necesarios se pudo realizar el proyecto, ahora hay mayor concienciación», dijo Dominici, que participó esta semana en Panamá en un foro internacional del Instituto Smithsonian por el Día Mundial de los Humedales, que se conmemora el 2 de febrero.
En el lugar es común ver playeros, aves que emigran de Norte hacia Suramérica en el invierno occidental.
«Estos humedales juegan un rol importante para el descanso de muchas especies de aves migratorias. Si se afectaran los humedales, se golpearía a la región y el mundo», advirtió.
Organismos científicos internacionales reconocen que los ecosistemas marinos y costeros como manglares, praderas submarinas y marismas son clave para combatir el cambio climático, ya que secuestran grandes cantidades de carbono atmosférico (carbono azul).
El experto expresó que Panamá está ordenando la situación con las denominaciones de sitios Ramsar al generar normativas de protección, con la inclusión de inventarios y un plan de manejo y saneamiento para la Bahía de Panamá.
«Se esta haciendo el trabajo, es un poco difícil por las amenazas que afectan los ecosistemas, pero se tiene que hacer la tarea para salvar los humedales que quedan», dijo.
El Humedal Bahía de Panamá tiene una extensión de 85.664 hectáreas, de las que 39.703 corresponden a la superficie terrestre y 45.960 a la marina.
El país caribeño cuenta con 39 humedales entre continentales y costeros, incluyendo 5 humedales de Importancia Internacional (Sitios Ramsar).
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