La compra de Time Warner por parte del grupo AT&T, anunciada este sábado, tendrá que pasar por un complejo proceso de revisión de los reguladores para garantizar la libre competencia, de acuerdo con advertencias que ya comienzan a surgir.
Las dos firmas anunciaron que habían cerrado un acuerdo para que AT&T, el principal grupo de telecomunicaciones de Estados Unidos, compre Time Warner por 85.400 millones de dólares, la mayor operación de fusión anunciada este año.
Este anuncio creará un gigante que combina importantes actores de sus respectivos sectores, lo que despierta dudas sobre si, finalmente, las autoridades autorizarán la operación después de que revisen posibles conflictos monopolizadores.
De momento, un subcomité del Senado que supervisa estos temas ha dejado claro que habrá un intenso escrutinio.
«Una compra de Time Warner de parte de AT&T potencialmente representará significativos temas antimonopolio, que el subcomité examinará cuidadosamente», afirmó el presidente de ese subcomité, Mike Lee.
El legislador republicano, en un comunicado conjunto con otra integrante del subcomité, la demócrata Amy Klobuschar, explicó que se examinará «cuidadosamente» que los consumidores no se ven perjudicados por operaciones como la anunciada el sábado.
Ya anoche, el candidato presidencial republicano, Donald Trump, alertó sobre la posibilidad de que este acuerdo pueda «destruir la democracia», y este domingo se unió al coro de advertencias el aspirante demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine.
«Tenemos que llegar al fondo de este asunto», dijo el compañero de fórmula de Hillary Clinton a la cadena NBC. «Menos concentración, creo, generalmente es más útil, especialmente en los medios de comunicación», agregó.
AT&T, un grupo creado hace tres décadas que tiene una capitalización bursátil levemente por debajo de la principal institución bancaria del país, JP Morgan Chase, es consciente de que la autorización de los reguladores es clave.
En una conferencia telefónica con inversores tras darse a conocer los términos del acuerdo, el máximo directivo de AT&T, Randall Stephenson, que encabezará el grupo fusionado, dijo que cualquier preocupación de los reguladores será «adecuadamente resuelta».
El argumento que defiende Stephenson es que, con esta operación, AT&T no está eliminando un competidor, sino haciéndose con el control de un generador de contenidos para vincularlo a su extensa red de telefonía y de televisión satelital.
AT&T compró en 2014 DirecTV por 49.000 millones de dólares, lo que lo convirtió en el primer proveedor mundial de televisión por satélite, una operación que, con el caso de Time Warner, impulsa aún más en el sector al grupo de telecomunicaciones.
Según analistas del sector, en sus explicaciones ante los reguladores AT&T puede poner como ejemplo la operación que en 2011 permitió a la proveedora de televisión por cable Comcast completar la compra de NBCUniveral.
La operación que se anunció anoche fue seguida poco después por la difusión de los resultados trimestrales de AT&T, tres días antes de lo que estaba previsto y en una hora y una fecha muy inusual para este tipo de anuncios.
AT&T informó que entre enero y septiembre del año pasado tuvo un aumento del 12,8 % en sus beneficios netos, hasta los 10.539 millones de dólares, y los ingresos subieron un 16,5 %, hasta los 121.945 millones de dólares.
Pero esos datos indicaron también que sólo en el tercer trimestre la firma perdió un total de 268.000 clientes de telefonía móvil, lo que da pie a los analistas a entender las razones de AT&T de buscar nuevas fuentes para aumentar su volumen de negocio.
El principal rival de AT&T en ese sector es Verizon, la primera empresa de telefonía móvil en Estados Unidos y que, al igual que la anterior, también se está extendiendo a sectores más allá de los servicios tradicionales de telefonía.
Verizon adquirió el año pasado la firma AOL, por 4.400 millones de dólares, y más recientemente anunció la compra de Yahoo, por 4.830.
Operaciones como estas demuestran que cada vez se están borrando más los límites que separan a las compañías de teléfonos y de proveedores de internet respecto a los generadores de contenidos, en una tendencia que, aun así, todavía tiene muchos desafíos.
Uno de ellos es que las nuevas generaciones están reduciendo sus dependencia de suministradores fijos de contenidos por cable o satélite, y cada vez más recurren a plataformas que los ofrecen por internet, como Netlix, Hulu o directamente a los canales.
Ya lo anotó recientemente el jefe de la división de finanzas de Verizon, Fran Shammo, quien recordó que los llamados «millenials» o la generación del milenio no quiere una televisión por cable o satélite.
No obstante, la arriesgada operación de AT&T para colmar sus dispositivos de contenidos no necesariamente tiene que ser tan rentable para Time Warner, porque puede encontrar problemas para vender sus contenidos a firmas rivales de AT&T.
«Una empresa propietaria de canales, ya sea por aire o en tierra, en realidad no se beneficia de ser propietaria de todo el contenido que fluye en esos canales», sostiene el experto Edmund Lee en el sitio de información financiera Recode.
Agustín de Gracia
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