El fiscal general de EEUU, Jeff Sessions, se encuentra en la cuerda floja debido a las polémicas reuniones que mantuvo con el embajador ruso en Washington durante la campaña presidencial, unos encuentros que ocultó a los legisladores del Senado durante las audiencias de su confirmación en el cargo.
El propio Sessions tuvo que salir a dar una rueda de prensa para anunciar que se apartará de la investigación de su departamento sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de noviembre para dañar con ataques cibernéticos a la excandidata Hillary Clinton y favorecer al ahora presidente, Donald Trump.
En un comunicado paralelo a su intervención ante los medios, Sessions detalló haber decidido «inhibirse de cualquier investigación existente o futura sobre cualquier asunto relacionado de alguna manera con las campañas del presidente de Estados Unidos».
Sus declaraciones se produjeron después de que los demócratas del Congreso y varios legisladores de su propio partido, como el influyente Jason Chaffetz, pidieran a Sessions que se inhibiera de las investigaciones debido a las reuniones que mantuvo con el embajador ruso, Sergey Kislyak.
Lo que más polémica ha generado es que Sessions no reveló sus conversaciones con el embajador ruso durante una audiencia en el comité judicial del Senado para ser confirmado como fiscal general y en la que el senador Al Franken le preguntó precisamente si alguien de la campaña de Trump se había comunicado con el Kremlin.
«No tengo conocimiento de ninguna de esas actividades. Me han llamado a participar una o dos veces en la campaña y no he tenido comunicaciones con las rusos», dijo entonces Sessions.
El fiscal general tuvo que salir al paso y decir que escribirá «pronto» al Comité Judicial para aclarar su testimonio.
«Sobre los comentarios que hice al comité que se han dicho que son incorrectos y falsos, permítanme ser claro. Nunca tuve reuniones con agentes rusos o intermediarios rusos sobre la campaña de Trump», afirmó el fiscal general en su rueda de prensa.
La líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha llegado a acusar a Sessions de cometer el delito de perjurio al haber «mentido bajo juramento» y algunos legisladores han pedido en una carta al director del FBI, James Comey, que abra una investigación criminal contra Sessions.
Un portavoz del Departamento de Justicia confirmó a Efe las reuniones con el embajador ruso, aunque afirmó que Sessions no incumplió ninguna regla porque mantuvo esas reuniones en calidad de miembro del Comité de Servicios Armados del Senado y no como parte de la campaña de Trump.
Esas conversaciones entre Sessions y Kislyak versaron sobre la relación entre los dos países y, aunque en 2016, los embajadores solían hacer comentarios sobre las elecciones, «no fue el fondo de la discusión», según dijo a Efe un alto funcionario del Gobierno, que pidió el anonimato.
Las declaraciones del Departamento de Justicia no han satisfecho a los demócratas, cuyo líder en el Senado, Chuck Schumer, pidió hoy la dimisión de Sessions y solicitó, además, que se designe a un fiscal independiente sin relación con el Gobierno de Trump para investigar los supuestos nexos entre el presidente y el Kremlin.
«Por el bien del país, el fiscal general Sessions debería dimitir (…). Las revelaciones que conocimos la pasada noche son especialmente problemáticas», aseguró hoy Schumer en una rueda de prensa desde el Capitolio.
En respuesta a estas peticiones de dimisión, Trump aseguró hoy que tiene «total confianza» en Sessions, aunque dijo que no estaba al tanto de las reuniones entre el fiscal y el embajador ruso.
El Gobierno considera normales los contactos entre embajadores y miembros del Comité de Servicios Armados del Senado, pero The Washington Post preguntó a los 26 senadores que formaban parte de ese comité el año pasado y 20 de ellos dijeron que no se habían reunido con el embajador ruso en ningún momento de 2016.
Según el Departamento de Justicia, en calidad de senador y miembro del Comité de Servicios Armados del Senado, Sessions mantuvo el año pasado 25 conversaciones con embajadores de diferentes naciones, como Reino Unido, Japón, Polonia, India, China, Canadá, Australia, Alemania y Rusia.
El primer encuentro con el embajador ruso se produjo en julio, cuando Sessions dio un discurso ante más de 50 embajadores y un pequeño grupo se acercó a él cuando dejaba el escenario.
En ese grupo estaba el embajador ruso, que frente al resto de representantes agradeció a Sessions su discurso y le invitó a varios eventos que la legación rusa estaba organizando, aunque el entonces senador no se comprometió a nada, aseguró a Efe un alto funcionario que pidió el anonimato.
Según el Departamento de Justicia, Sessions y Kislyak se encontraron por segunda vez el 8 de septiembre, momento en el que el portal Wikileaks publicó gran cantidad de correos electrónicos de miembros de la campaña de Hillary Clinton.
Las revelaciones sobre Sessions han abierto una nueva crisis en el Gobierno del presidente, Donald Trump, que ya hace unas semanas vio marchar al entonces asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, el general Michael Flynn, por los contactos que mantuvo con el embajador ruso antes, durante y después de las elecciones.
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