Un estudio médico ha descartado que de momento exista una correlación entre la exposición a la radiación derivada del accidente nuclear de Fukushima de 2011 y la incidencia del cáncer tiroideo desde entonces entre los niños de esta prefectura nipona.
Esta es la principal conclusión de un informe encargado por el Ejecutivo regional y presentado hoy en Tokio, cuyos autores señalaron que será necesario un seguimiento a largo plazo -de hasta 20 o 30 años- para extraer conclusiones más fiables.
El estudio llevado a cabo por la Universidad Médica de Fukushima se basa en el seguimiento médico de 300.476 menores residentes en la región en el momento de la catástrofe nuclear, desencadenada por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011.
Entre ellos se han detectado un total de 184 casos de cáncer de tiroides en seis años posteriores al accidente, lo que supone una incidencia del 0,038 por ciento y similar a la de otras zonas del país.
Los investigadores tampoco hallaron variaciones significativas en las tasas de cáncer tirodeo al comparar grupos de población expuestos a diferentes niveles de radiación en varias localidades de Fukushima.
«Por ahora no hemos encontrado ninguna prueba de que exista una relación entre las dosis de radiación externa derivadas del accidente nuclear y las tasas de cáncer de tiroides», afirmó Koichi Tanigawa, uno de los responsables del informe, en rueda de prensa.
El experto señaló, no obstante, que «será necesario continuar con el estudio para poder extraer conclusiones epidemiológicas», y explicó que la Universidad de Fukushima prevé continuar con el seguimiento médico de la población local durante dos o tres décadas.
Asimismo, subrayó que el número de casos detectados «puede deberse también al incremento de los análisis médicos y a la mejora de la tecnología empleada», lo que permitió realizar diagnósticos de la enfermedad que en otras circunstancias se habrían pasado por alto.
Los niveles de radiactividad ambiental actuales en Fukushima suponen unas dosis acumuladas medias de unos 30 milisieverts para sus habitantes a lo largo de su vida, «por debajo del techo de los 100 milisieverts, para el cual se ha comprobado un aumento de las posibilidades de desarrollar cáncer», destacó Tanigawa.
Esta visión contrasta con otro informe realizado por Greenpeace Japón y otras ONG niponas con motivo del sexto aniversario del accidente atómico, que señala que existen áreas declaradas habitables de Fukushima donde la radiactividad supera ampliamente el umbral seguro para la salud humana.
Unos 68.000 ciudadanos continúan desplazados de sus hogares a raíz de la peor catástrofe nuclear desde la de Chernóbil (Ucrania) en 1986, que también ha dañado gravemente a la agricultura, la pesca y la ganadería local.
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