La erradicación del hambre en el mundo sería posible si se invirtieran 11.000 millones de dólares más al año hasta 2030, siempre y cuando se destinen los fondos a objetivos concretos, según un informe difundido este viernes en Roma.
El Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) calcula que dentro de catorce años seguirá habiendo 600 millones de personas pasando hambre en el mundo (en 2015 había 795 millones) si se cumplen las previsiones económicas actuales y las contribuciones previstas por los donantes.
Uno de los autores del estudio, David Laborde, explicó en una conferencia que para acabar con el hambre se requiere un gasto extra de 11.000 millones de dólares (10.100 millones de euros) cada año.
De esa cantidad, 4.000 millones de dólares (3.700 millones de euros) deberían proceder de los donantes externos y los otros 7.000 millones (6.400 millones de euros) de los propios países pobres a través, por ejemplo, de impuestos.
Actualmente los países donantes gastan 8.600 millones de dólares anuales (7.900 millones de euros) para luchar contra el hambre en el mundo, por lo que necesitan aumentar esos recursos un 45 % para cubrir la parte adicional necesaria, según el informe.
«Cuanto más rico es el país, menor es la cuota que deberán pagar los donantes», afirmó Laborde, para quien la clave está en saber «por dónde empezar a actuar», lo que implica destinar los recursos a objetivos muy definidos y cambiar la manera de gestionarlos en función de las circunstancias de cada país.
Así, explicó que las regiones prioritarias son el centro y el este de África (donde las crisis alimentarias se han exacerbado por los conflictos), el sur de Asia y Centroamérica.
Por el contrario, los nuevos fondos a la ayuda exterior al desarrollo deberían descartar a 18 países, entre ellos Perú o China, que pese a tener aún problemas de inseguridad alimentaria, están progresando y se pueden ocupar de la cuestión por sí solos.
Además de esas cifras, el informe sostiene que el gasto público generará de media otros 5.000 millones de dólares anuales (4.600 millones de euros) hasta 2030.
Laborde aclaró que al principio los países pobres necesitan ayuda exterior, pero que posteriormente, con las siguientes generaciones, el propio sector privado puede contribuir con las nuevas capacidades y medios desarrollados.
Para realizar esos cálculos, el centro de investigación clasificó a los países en varios grupos, en línea con los datos que había recogido a partir de siete países africanos (Ghana, Nigeria, Zambia, Tanzania, Senegal, Malaui y Uganda).
Y luego estimó el coste medio por cápita de acabar con el hambre para cada categoría en áreas como la protección social, el apoyo a la agricultura y el desarrollo rural.
En un informe del año pasado, la ONU consideró que se necesitarían 267.000 millones de dólares anuales (245.500 millones de euros) para acabar con el hambre en 2030 (o unos 160 dólares o 150 euros por persona en situación de pobreza), siguiendo otras pautas.
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