El ombligo de Apolo reposa en las límpidas aguas del cráter de Chicxulub

El ombligo de Apolo reposa en las límpidas aguas del cráter de Chicxulub

Dice una vieja superstición que el ombligo de un recién nacido debe ser lanzado al mar para evitar que un día muera ahogado o para augurarle muchos viajes a lo largo de su vida. ¿Qué ocurre si esas aguas son las del cráter de Chicxulub, también denominado «de la muerte»?.
Chicxulub Puerto es una pequeña localidad costera de la península mexicana de Yucatán y no pasaría de ser otro destino vacacional más salvo por una peculiaridad: es el punto marcado en el mapa por los científicos como el del impacto de un meteorito contra la Tierra hace 65 millones de años, que supuso la extinción de muchas especies animales, entre ellas los dinosaurios.
La parada de la expedición de la Ruta BBVA en Mérida, a unos 35 kilómetros de distancia, permite acercarse hasta este rincón perdido, en el que ningún cartel anuncia la llegada a un lugar clave en la evolución del planeta y mucho menos indica que en una céntrica plaza hay un monolito que evoca aquel suceso.
Abigail es una mujer de mediana edad nacida en Tamaulipas, pero asentada en Chicxulub Puerto (distinto de Chicxulub Pueblo) desde hace siete años y cuando se le pregunta por alguna indicación sobre el cráter responde resignada que «no se le ha dado demasiada importancia».
«Me gustaría que se conociera para que viniera más gente y para que, por ejemplo, mis hijos tuvieran más información. Mire, este ya ha nacido aquí», indica a Efe y señala a un pequeño de dos años con cara de travieso al que ha bautizado con el mítico nombre de Apolo.
Ellos forman parte de esta comunidad de 10.000 habitantes, que vive fundamentalmente de la pesca y de la construcción y que está integrada en la Municipalidad de Progreso, importante centro turístico y de transporte y logística gracias a su puerto de altura.
Esta dependencia supone la principal queja para las autoridades de Chicxulub Puerto, pues consideran que a ella se debe el hecho de que su pueblo no tenga el reconocimiento suficiente ni las instalaciones adecuadas para promocionar la existencia del cráter.
«Muchas localidades invierten en publicidad. Nosotros ya la tenemos porque Chicxulub es mundialmente conocido. Pero nuestro problema es el abandono de parte de ellos. Hay ignorancia de parte de las autoridades y no nos dejan ser lo que nosotros queremos ser, elevar nuestra calidad de vida», razona a Efe Agustín Figueroa, secretario de la comisaria local, Elena Figueroa.
En la plaza donde se ubican la iglesia y la comisaría de la localidad, un monolito de tres caras ilustradas con dinosaurios y una piedra tallada en forma de hueso con una inscripción son el sencillo homenaje que Chicxulub Puerto erige al suceso que desencadenó la extinción masiva del Cretácico-Terciario.
«Mucha gente nomás viene con que van a encontrar un agujero cuando realmente estamos en el centro de ese agujero porque según las investigaciones que se han hecho los anillos del cráter abarcan unos 80 kilómetros, o sea, abarca el mar y detrás de la ciudad de Mérida», cuenta Luis Rosado, maestro jubilado que ahora ejerce como transportista de viajeros.
En realidad, el diámetro calculado por los científicos es de 200 kilómetros con una profundidad de 16 kilómetros. El impacto, causado por un objeto de unos 10 kilómetros de circunferencia, tuvo un efecto equivalente al de 5.000 millones de bombas atómicas y provocó tsunamis de un kilómetro de altura que llegaron hasta Texas.
El denominado por los expertos «invierno nuclear» causó la bajada de las temperaturas, la obstrucción de la fotosíntesis, la desaparición de plantas y la muerte de animales por inanición.
Aunque los científicos investigan actualmente más detalles sobre el cráter -a comienzos de junio acabaron los trabajos de perforación a gran profundidad frente a las costas de Progreso de la denominada Misión 364, en la que colaboran expertos internacionales, y que ahora continúa en laboratorios de Alemania-, lo cierto es que la caída del meteorito en este rincón del planeta cambió la historia.
El cráter de Chicxulub no puede verse porque quedó anegado. Hoy esas límpidas aguas acarician tanto el baño de los veraneantes como el inocente ombligo de Apolo.

Concepción M. Moreno


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