El mandatario filipino, Rodrigo Duterte, mantuvo este sábado una conversación telefónica con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para felicitarle por su victoria en las urnas semanas después de haber llamado «hijo de puta» al todavía inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama.
Trump y Duterte «destacaron la larga historia de amistad y cooperación entre ambas naciones y acordaron que los dos gobiernos seguirán trabajando estrechamente en asuntos de interés y preocupación mutuos», apuntó en un comunicado el equipo de transición del magnate republicano.
En septiembre, Duterte llamó «hijo de puta» a Obama por las críticas vertidas por el mandatario estadounidense a una polémica guerra contra la droga iniciada en Filipinas y que ha provocado miles de muertos en ese país, la mayoría en ejecuciones extrajudiciales.
Obama calificó entonces de «extravagante» a su homólogo filipino y canceló una reunión bilateral prevista en Laos, aunque después mantuvieron un breve encuentro informal.
Estados Unidos y Filipinas han sido países históricamente aliados, pero sus nexos se han degradado desde que Duterte fue elegido nuevo presidente en mayo, con el importante varapalo diplomático que supuso la cancelación del encuentro bilateral.
Washington ve en Manila un socio importante en la región Pacífico en la estrategia impulsada por Obama para contrarrestar el auge de China.
En los últimos años, Estados Unidos ha reforzado la cooperación militar con Manila, que se disputa con Pekín la soberanía de varios islotes del mar de China Meridional.
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