Los candidatos a la Presidencia de EE.UU., la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, se centraron este viernes en movilizar a su electorado más fiel y a seducir a los indecisos en los estados clave que están votando de manera anticipada.
Clinton hizo parada en Cleveland, en el estado de Ohio, que vota de manera anticipada desde el 12 de octubre, pidiendo: «Digan a sus vecinos que quieran votar por el otro tipo (Trump) que yo quiero ser la presidenta de todos».
«Estas elecciones son un punto de inflexión, estas elecciones son sobre qué tipo de país queremos ser en el futuro…Quiero decir a los que están reconsiderando su voto que puede que tengan dudas sobre mí (…) pero quiero ganarme su voto», aseguró Clinton en un estado donde las encuestas mantienen a Trump con posibilidades de victoria.
La planificación de la estrategia de campaña demócrata parece ya más enfocada en apoyar a los candidatos de las papeletas al Senado o la Cámara de Representantes para garantizar el control del Congreso y dar a la ex secretaria de Estado al menos dos años de paz legislativa tras una victoria que ven más cerca.
Trump mantuvo una apretada agenda con mítines en dos estados que debería ganar para poder llegar a la Casa Blanca: Carolina del Norte y Pensilvania, donde Clinton mantiene moderadas ventajas en las encuestas.
En Fletcher (Carolina del Norte), Trump volvió a acusar a Clinton de ser «la política más corrupta que jamás ha intentado ser presidente» y aseguró que ganará pese a que el sistema está «amañado» y si no todo habrá sido «una pérdida de tiempo».
Tanto en Fletcher como en Johnstown (Pensilvania), Trump dijo que sus principales credenciales son que él no es parte de la casta política, que aseguró ha «traicionado» a los ciudadanos de clase media del Estados Unidos rural, y se volvió a declarar la voz de «los olvidados».
El magnate volvió a presumir de ser capaz de congregar a multitudes por donde va, a diferencia de Clinton; y aseguró que el Gobierno de Barack Obama está gestionado por «un montón de bebés y perdedores».
Además, aseguró que se gastará 100 millones de dólares de su propio dinero antes de que se celebren las elecciones el 8 de noviembre, aunque los números de recaudación y gasto de septiembre, revelados hoy por la Comisión Electoral Federal (FCC), muestran a Clinton por delante del empresario.
La campaña de Trump gastó en septiembre 70 millones de dólares (no de su propio bolsillo), recaudó 54,7 millones de dólares (solo 2 millones de su propio dinero) y disponía a final de ese mes 34,8 millones de dólares en efectivo.
Por su parte, la campaña de Clinton disponía al final del mes de cerca de 60 millones en efectivo, había gastado más de 82 millones y recaudado cerca de 74 millones, con más de 800 personas en plantilla, más del doble que Trump.
Estas cifras son clave, especialmente en esta recta final de la campaña electoral, una vez finalizados los debates televisivos, ya que es el momento de movilizar a los incondicionales a las urnas y de levantar del asiento a los indecisos, muchos de los cuales pueden quedarse en casa por la baja popularidad de ambos candidatos.
Los datos de voto anticipado y voto por correo muestran que los demócratas están registrando números similares a los de 2012, cuando el presidente Barack Obama fue reelegido al ganarle al republicano Mitt Romney.
En el primer día de voto por anticipado en Carolina del Norte, los datos muestran una mayor participación de los votantes registrados como demócratas y de las mujeres, lo que podría indicar que la maquinaria de campaña de Clinton está dando los resultados esperados para imponerse en las elecciones presidenciales.
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