China cerró este viernes un nuevo capítulo de su ambicioso programa espacial con el aterrizaje de los dos astronautas que tripulaban la misión Shenzhou-11, la sexta y la más larga del país, y piensa ya en los preparativos para su futura estación orbital permanente.
A las 1:59 hora local, el módulo de reentrada que transportaba a los astronautas Jing Haipeng y Chen Dong tocó tierra en la estepa de la región china de Mongolia Interior (norte del país) y, minutos después, los equipos de asistencia comprobaron que ambos se encontraban en buen estado de salud.
La Shenzhou-11 despegó el pasado 17 de octubre y, tras dos días de viaje, se acopló al laboratorio espacial Tiangong-2, donde permaneció durante un mes, hasta este jueves, para convertirse en la misión tripulada más longeva del programa espacial chino, con una duración total de 33 días.
«Las misiones Shenzhou-11 y Tiangong-2 han tenido un completo éxito», declaró el general Zhang Youxia, comandante jefe de la misión espacial, desde el Centro de Control Aeroespacial de Pekín.
Las maniobras de reentrada y aterrizaje, en las que la cápsula de retorno tenía que ajustar su dirección y velocidad al movimiento orbital del planeta y superar las posibles fricciones, se desarrollaron según lo planeado.
Alrededor del mediodía hora china, el módulo que transportaba a los astronautas se separó de la nave espacial, una hora después entró en la órbita adecuada y, cuando se encontraba a diez kilómetros de la superficie, desplegó el paracaídas principal para aterrizar dentro del perímetro previsto.
Se trataba de la primera ocasión en que el aterrizaje de una misión tripulada china tenía lugar con una meteorología fría y, además, se produjo en una jornada con una ligera niebla que reducía la visibilidad y algo de viento en Mongolia Interior.
Durante su estancia en el laboratorio Tiangong-2, los astronautas llevaron a cabo experimentos como la cría de gusanos de seda y el cultivo de plantas, junto a otras labores de investigación científica como la detección de estallidos de rayos gamma o la observación terrestre.
El laboratorio se mantiene, tras la separación de la Shenzhou-11, en su órbita a 393 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre y a la espera de la llegada el próximo año del primer carguero espacial chino, el Tianzhou-1, con nuevos suministros.
La misión Shenzhou-11 «ha sentado una base sólida para la preparación de la estación espacial y para llevar a China a su próxima era espacial», afirmó hoy el director del programa tripulado chino, Wang Zhaoyao, en rueda de prensa.
Uno de los principales cometidos de los astronautas fue avanzar en los preparativos para la futura estación orbital y realizar pruebas de los sistemas de control y de su capacidad física en un entorno sin gravedad.
«Los resultados demuestran que, básicamente, tenemos la capacidad para proporcionar apoyo a largas estancias en órbita de los astronautas», apuntó Huang Weifen, subdirectora de investigación del Centro de Astronautas de China.
Se espera que el módulo central de la futura estación espacial china se lance en 2018, que para 2020 ya haya una estructura preliminar y que esté plenamente operativa antes de terminar 2022.
«A través de esta misión, hemos profundizado nuestra comprensión sobre el apoyo vital, la gestión de operaciones complejas, los principales experimentos y aplicaciones espaciales, así como sobre el mantenimiento y construcción en órbita», explicó Wang.
«Ese conocimiento es muy importante para asegurar el éxito de la futura construcción y desarrollo de la estación espacial», añadió el máximo responsable del programa espacial tripulado chino.
Wang destacó que, tras dos décadas de programa espacial, China ha consolidado su capacidad para enviar astronautas al espacio de forma independiente, aunque reconoció que su desarrollo está en una fase «inicial» con técnicas más atrasadas que las de otros países.
«Somos conscientes de que, técnicamente hablando, todavía vamos por detrás del nivel más avanzado del mundo y de que la brecha no es pequeña. Por ejemplo, el número vuelos es limitado y el tiempo de permanencia es corto y el ámbito de actividad se centra en la órbita cercana», admitió.
En todo caso, en 2016 China ha conmemorado el 60º aniversario de su programa espacial con una intensa actividad.
Además de poner en órbita su sexta misión tripulada y su segundo laboratorio espacial, estrenó dos nuevos modelos de cohetes, inauguró el mayor radiotelescopio del mundo y lanzó varios satélites, entre ellos el primero para codificar telecomunicaciones con física cuántica.
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