Un año ha tardado el camboyano Paen Long en construir su propio avión y aprender a pilotar a través de tutoriales en internet para cumplir un sueño de infancia cuando intente despegar en abril.
En un polvoriento taller de la provincia de Prey Veng, a 90 kilómetros al este de la capital Phnom Penh, la silueta de un avión destaca a través de automóviles destartalados, piezas de varios vehículos y herramientas que cuelgan por todas partes.
Un tanque de gasolina forma el chasis, un motor de barco adaptado acciona la hélice y otras piezas recicladas y de segunda mano componen la avioneta, una visión inusual en un país en el que el 80 por ciento de la población vive en zonas rurales.
Paen Long, mecánico de profesión, cuenta que el germen de su proyecto fue un aterrizaje forzoso sin víctimas mortales que vio cuando tenía ocho años y que se le grabó en la memoria.
«Era lo más raro que había visto nunca, especialmente en este país. La idea de construirlo me persiguió durante veinte años, hasta que decidí intentarlo el año pasado», dice a Efe el camboyano en uno de los dos talleres que tiene en propiedad.
Con algo más de cuatro metros de largo y cerca de ocho de envergadura, el avión monoplaza construido en las horas libres del mecánico pesa doscientos kilos y costó cerca de seis mil dólares (unos 5.700 euros).
«Estudié en Youtube e internet, sé cómo conducirlo, como construirlo y como pilotarlo», afirma el camboyano.
Gracias a su tenacidad, Paen Long consiguió solucionar los problemas de ingeniería del avión, que utiliza volantes de automóviles para mover las alas, señala el camboyano como ejemplo.
También visitó un aeródromo militar para pedir ayuda y salió con una hélice de segunda mano que, sin embargo, perdió más tarde: «después de que saliese en las noticias se la llevaron».
Aún así, el aeroplano está ahora casi terminado y solo falta la decoración para que el próximo catorce de abril el mecánico reconvertido en piloto intente el modesto objetivo de «elevarlo del suelo».
«Todavía no he encontrado un sitio, si despego en la carretera tengo miedo de chocar con los otros», indica preocupado Paen Long.
«Estoy un poco asustado pero no mucho», añade.
El proyecto de Paen Long se ha convertido en uno de los temas favoritos en las redes
sociales del país y su taller recibe a diario visitantes que quieren ver el avión, pese a que al principio muchos dudaban que fuese capaz de realizarlo.
«Cuando empecé, mi familia me apoyó mucho, aunque otras personas solo me criticaron. De hecho empezaron a decir que estaba loco», explica el camboyano.
Su mujer, Hing Mouyheng, admite que al principio no quería que volase pero ahora está convencida de que «puede volar».
«Me preocupo por mi marido pero le apoyo, no quería que volase porque es peligroso si se cae, pero le apoyo», afirma con timidez.
El camboyano asegura que financió el avión con «el dinero de arreglar los coches» y que no tiene planes de venderlo aunque le ofrezcan más dinero del que pagó.
Su intención es construir otros dos aviones después, el siguiente «más pequeño, seguro y veloz» y el tercero un avión militar.
Ningún experto ha revisado la avioneta hasta el momento, tan solo un piloto recomendó modificar la cola de la aeronave tras ver una fotografía publicada en las redes sociales.
Para Sek Keang, jefe del municipio de Prey Chor donde vive Paen Long, el mecánico ha demostrado «tener mucho talento» pero necesita asistencia.
«Puede diseñarlo pero no significa que pueda pilotarlo porque necesita primero que revisen los aspectos técnicos para estar seguros de si puede volar o no, y también necesita un buen lugar para el despegue», opinó Sek Kheang.
Aún así, en el taller, los mecánicos y visitantes observan con admiración el trabajo de Paen Long, y todos dan por seguro que volará.
El taxista y vecino Tueng Veng, resume las razones por las que el trabajo del mecánico ha despertado tanta atención: «en otros países son aviones grandes, este es pequeño; otros países tienen fábricas, nosotros no».
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