Un supuesto asaltante murió tras enfrentarse a tiros con militares que refuerzan desde el martes la seguridad de Río de Janeiro como parte de una operación «preventiva» y ante el temor a que la policía de este estado brasileño se declare en huelga, informaron este miércoles fuentes oficiales.
El asaltante fue dado de baja por fusileros de la Marina que patrullaban las inmediaciones de la terminal de autobuses intermunicipales, en la zona portuaria de Río de Janeiro, informó el Ministerio de Defensa en un comunicado.
De acuerdo con la versión oficial, dos hombres en una moto habían practicado una serie de asaltos en una vía expresa y fueron sorprendidos por los militares cuando intentaban asaltar a un motociclista.
Uno de los supuestos asaltantes disparó entonces contra los fusileros navales, que reaccionaron de inmediato y lo dieron de baja, mientras que el otro hombre consiguió huir.
«Cumpliendo las orientaciones y procedimientos para la actuación en la Operación Carioca, los militares que reaccionaron tan sólo dispararon contra el asaltante que estaba armado», aclaró el Ministerio de Defensa en su comunicado.
La llamada Operación Carioca, puesta en marcha la víspera, prevé la movilización de hasta 9.000 efectivos del ejército y de las fuerzas armadas para reforzar la seguridad de Río de Janeiro inicialmente por nueve días ante el temor de que los policías puedan declarar una huelga para presionar por aumentos salariales y mejores condiciones laborales.
La operación puede prolongarse de ser necesario para garantizar la seguridad durante el Carnaval de Río de Janeiro, entre el 26 y el 28 de febrero y cuando la ciudad recibe a miles de turistas.
La presencia de los militares en las calles de la ciudad más emblemática de Brasil fue solicitada por el gobernador de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezao, tras el acuartelamiento de los agentes de algunos batallones de la Policía Militarizada en protesta por la congelación de sus salarios.
La Gobernación temía una repetición de lo ocurrido en el vecino estado de Espírito Santo, donde un huelga de policías que comenzó el 4 de febrero generó una inusitada ola de violencia que provocó al menos 146 muertes violentas en diez días.
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